martes, 5 de febrero de 2013

CINE DE AVENTURAS




Como muchos sabéis mi última misión va de cine. Últimamente hemos visto películas en familia y las hemos disfrutado mucho juntos. Vimos ET, La historia interminable y alguna más. Martín ha tenido también la suerte de ir a ver La Guerra de las Galaxias al cine. Nos hemos puesto a recordar las películas que nos gustaba ver de niños, las que ponían los fines de semana por la tarde y podíamos ver un montón de veces repetidas, y hemos consultado a amigos y famila con la idea de hacer una lista, ir recopilando entre todos las que podamos para compartir y poder hacer sesiones de cine de aventuras en familia.

La lista que os copio abajo es provisional y bastante ecléctica, probablemente haya obras maestras del cine y pelis muy malas. Hay clásicos y películas modernas. Yo personalmente tengo debilidad por los clásicos de torneos, piratas, África y viajes varios. Os pido aportes a la lista de la siguiente manera:

  • Sugerencias de peliculas para incluir porque tengáis un gran recuerdo
  • Sugerencias de películas para excluir porque sean poco adecuadas para los niños
  • Películas de la lista que tengáis en formato digital, de modo que yo me pueda pasar a por una copia y vayamos recopilando una colección que podamos compartir entre todos
Y, por supuesto, siempre podemos hacer sesiones multifamiliares.

Ahí va esa lista:

PELÍCULAS DE AVENTURAS PARA VER CON NIÑOS

1.       20.000 leguas de viaje submarino
2.       Ahí va ese bólido
3.       Babe el cerdito valiente
4.       Big
5.       Capitanes intrépidos
6.       Cariño he encogido a los niños
7.       Cazafantasmas
8.       Charlie y la fábrica de chocolate
9.       Cristal Oscuro
10.   Colmillo Blanco
11.   Cuenta conmigo à más mayores
12.   Dentro del laberinto
13.   Duelo de titanes
14.   El abuelo está loco
15.   El Chico (Chaplin)
16.   El Chip prodigioso
17.   El corcel negro
18.   El Dorado
19.   El Halcón del mar
20.   El Halcón y la flecha
21.   El mago de Oz
22.   El mundo en sus manos
23.   El Oso (Annaud)
24.   El prisionero de Zenda
25.   El sargento York
26.   El Secreto de la Pirámide
27.   El temible Burlón
28.   ET
29.   Evasión o victoria
30.   Exploradores
31.   Gremlins
32.   Gunga Din
33.   Hattari
34.   Hook
35.   Hoosiers
36.   Ivanhoe
37.   Jasón y los Argonautas
38.   Juegos de guerra
39.   Jumanji
40.   Karate Kid
41.   La bruja novata
42.   La carrera del Siglo
43.   La pantera rosa
44.   Chiti chiti bang bang (Señor que roba niños!)
45.   Annie
46.   La gran evasión
47.   La guerra de los botones (Yves Robert, 1962)
48.   La historia interminable
49.   La isla del tesoro
50.   La princesa prometida
51.   La vuelta al mundo en 80 días
52.   Las Crónicas de Narnia
53.   Las cuatro plumas
54.   Las minas del rey Salomón
55.   Los Goonies
56.   Los Robinsones de los mares del sur
57.   Los siete magníficos
58.   Los tres mosqueteros
59.   Mary poppins
60.   Matilda
61.   Murieron con las botas puestas
62.   Parque Jurásico
63.   Piratas del mar caribe (Cecil b de mile)
64.   Regreso al futuro
65.   Robin de los bosques
66.   Serie Harry Potter
67.   Solo en casa
68.   Sonrisas y lágrimas 
69.   Superman
70.   Tarzan: las de JWeissmuller  (Tarzan de los monos, tarzán en N York, Tarzan y su hijo, el tesoro de Tarzan, el triunfo de tarzán, tarzán y las amazonas, tarzán y la mujer leopardo, tarzán y la cazadora, tarzán y las sirenas…la puta madre que parió a Tarzán, coño ya…)
71.   Tras el corazón verde
72.   Trilogía Indiana Jones
73.   Trilogía Star Wars
74.   Tú a Boston y yo a California
75.   Viaje al centro de la tierra
76.   Viaje Alucinante
77.   Viento en las velas
78.   Willow





martes, 25 de septiembre de 2012

Cómo hacerlo mal




Todos sabemos que casi siempre hay más maneras de hacerlo mal que de hacerlo bien. Es una lástima pero es así. Os copio un listado:

  1. Comunicaciones patogénicas
  2. Invalidación de la petición infantil de apoyo y comprensión
  3. Negación de la percepción del niño de ciertos eventos familiares
  4. Comunicaciones culpógenas
  5. Invalidación de la experiencia subjetiva del niño
  6. Amenazas
  7. Críticas improductivas
  8. Comunicaciones inductoras de vergüenza
  9. Intrusividad y lectura de la mente
  10. Doble vínculo
  11. Comentarios paradójicos 
  12. Comparaciones desfavorables
  13. Comentarios desalentadores
  14. Comentarios que cuestionan las buenas intenciones
  15. Comentarios que niegan el derecho de los niños a tener opinión
  16. Comentarios auto referidos
  17. Respuestas que denotan desinterés
  18. Reacciones exageradas
  19. Comunicaciones típicas de padres en conflicto entre ellos
  20. Falta de habilidad para respetar la incitiva del niño
  21. Rechazo
  22. Descuido
  23. Falta de habilidad para jugar juntos
  24. Presión por el éxito
  25. Inversión de roles
  26. Delegación de roles
  27. Inconstancia
  28. Padres ¿demasiado buenos?
Podéis añadir vuestras formas personales de meter la pata o hacer un ranking de vuestras actuaciones estelares. Cualquier aportación es bienvenida.

Abrazos,

Nch


lunes, 6 de agosto de 2012

Historias



-Papá, ven, tengo una tortuga!!!

-Es preciosa, hijo, ¿la has hecho tú?

-Si, yo solito

-¿Cómo se llama?

-El Corte Inglés


Si, Diego también tiene su tortuga y la ha bautizado siguiendo su propio criterio, desconocido para nosotros. No solemos ir ni hablar de el corte inglés en casa, y sin embargo algo ha hecho que él lo incorpore a su mundo de palabras y significados. Significados verdes. Si supiéramos cómo se incorporan las palabras y las historias que se construyen a nuestro alrededor al mundo de representaciones del niño sería todo más sencillo (y yo me quedaría sin trabajo). Lo que está claro es que esto es esencial.

Caro ha leido un libro sobre cómo inventar y contar cuentos que ayuden a los niños a superar los miedos típicos de cada etapa evolutiva, y ahí estamos, intentándolo. Martín está con miedos de mayor; el otro día apareció de madrugada en la habitación para preguntarme si existen los ladrones de niños. Estuve un rato tranquilizándole, y cuando le llevé a la habitación para que se acostara me dijo "papá, mientras yo me duermo tú te quedas explicándome cosas". Necesitamos historias, historias que nos ayuden a dar forma a lo que tememos y a poder relacionarnos con eso, y también necesitamos que se repitan, que se repitan un montón de veces, por que sin historias "la vida no es más que un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que nada significa", que dice Shakespeare en Macbeth. (Supongo que esto es lo que Lacan llama Lo Real). Las historias nos ayudan a negociar con el dolor de la existencia y nos ponen en relación con los demás, en el mundo intersubjetivo, donde nos sentimos arropados.

Pero aún con lo importantes que son, no son sino historias, con minúscula, no La Historia. La Historia es la historia de nuestra vida, la historia que nos contamos. Tendemos a creer que nuestra historia se construye con lo que nos sucede en la vida, que son los episodios que vivimos a lo largo de nuestro desarrollo los que construyen nuestra historia. Esto no es cierto, y no lo es de forma radical, en la raíz. Bowlby estudió el desarrollo de los niños, principalmente desde un punto de vista afectivo y vincular, pero fue incorporando a su teoría los hallazgos de la psicología cognitiva, en especial los relativos a la memoria y la codificación de la experiencia: Tulving, en 1972, distinguió entre dos tipos de memoria, la episódica y la semántica (ambas conforman la memoria declarativa, por oposición a la implícita o procedimental, pero esto se propuso una década más tarde). Los recuerdos que tenemos codificados de forma episódica son evocables facilmente, se narran de forma coherente y consisten en sucesos contextualizados. Son una información bastante fiable de lo que uno ha vivido. Los recuerdos codificados de forma semántica son más difusos y están organizados en torno a significados personales, son más desorganizados. Así, una persona que puede contar que ha tenido una infancia privilegiada y utilizar muchos adjetivos, dar pinceladas impresionistas que conformen una imagen ideal. Pero si le preguntas y logras que acceda a episodios concretos te puede contar experiencias horripilantes. A mayor discrepancia, mayor psicopatología, pero esto es de cajón.

Lo interesante es que en lo que a recuedos infantiles se refiere se han evidenciado dos cosas:

  • Que los recuerdos episódicos reflejan de forma ajustada la vivencia del niño y la memoria semántica representa la historia contada al niño por el cuidador.
  • Que la información, invariablemente, se incorpora sobre la codificación semántica previa 

Es decir, que la raíz no es nuestra experiencia sino lo que nos han contado nuestros cuidadores, y que de forma natural incorporamos nuestra experiencia sobre esta cosmovisión, que es muy dificil de cuestionar. Cuando Groucho Marx preguntaba "¿A quien va a creer usted, a mi o a sus propios ojos?" estaba, como siempre, poniendo el dedo en la llaga. Las preguntas son dos:

  •  ¿cual es la historia que les estamos contando a nuestros hijos acerca de ellos, de su mundo y de su papel en este?
  • ¿Esta historia es congruente con su experiencia directa?

Ayuda!

Nch

miércoles, 19 de octubre de 2011

Tengo otro hijo


Pues si. Esta es la entrada que llevo meses rumiando, y es que resulta que tengo un hijo distinto del que tantos quebraderos de cabeza me ha supuesto y del que tanto he hablado hasta ahora. Le llamaremos El Otro. El Otro es pequeño, rubio y muy guapo. Muy listo, locuaz y seductor a más no poder, tiene debilidad por las mujeres o más bien consigue que las mujeres tengan debilidad por él. También es desesperante por resistente: si no quiere, no quiere, y poco hay que hacer. Y sin embargo consigue que resulte difícil enfadarse con él. Vamos, que mal no le va a ir en la vida a poco que se esfuerce. Ha conseguido hacerse su hueco y diferenciarse de su hermano, que es mucho más físico, directo y transparente. Supongo que nuestras proyecciones han caído sobre él con menor intensidad y le ha resultado más fácil, tendrá que enfrentarse a otros conflictos y a otras decepciones.

El caso es que desde el principio quería escribir también sobre él y no he podido, supongo que no me ha cuestionado tanto, pero la sensación era más que las cosas que pasaban dentro de mí en relación a él no tomaban forma, al menos forma de discurso. Un amigo me dijo hace tiempo que a él los niños le empezaban a interesar desde que tenían  dos o tres años, cuando hablaban, y que antes estaban bien, pero que no podía entenderse con ellos. Yo era padre primerizo por entonces, él acababa de tener el tercero, y me desmarqué secretamente anudando un par de prejuicios con lo que acababa de decir y me quedé muy satisfecho pensando en lo buen padre que era yo, lo que me entendía y relacionaba con mi hijo. Ahora me veo en la situación de decir más o menos lo mismo que él (no exactamente lo mismo, porque me vería obligado a aplicarme a mi mismo esos juicios de valor con el agravante de falsedad y superioridad moral. Dios me libre).

Esta mañana me entero, además, de que este cambio tiene que ver con que el muchacho ya reprime. Ya hay inconsciente, el milagro se ha obrado (¡yuja, yuja!, como diría él). Y ya que he empezado a desdecirme no me queda más remedio que soltarme y afirmar que los niños son de las madres, y no de los dos, mientras no se demuestre lo contrario. Y cada cual que lo entienda como quiera.

Os dejo, que voy a comprarme una moto. Otro día más.

PD: Otra de las razones por las que no he escrito en este tiempo es porque vuestros comentarios a las últimas entradas eran perfectamente sensatos y razonables y me conminaban a relajarme y confiar en que lo estamos haciendo bien, no dar demasiada importancia a las cosas ni sacar demasiada punta a pequeños incidentes. Sois muy majetes, pero, por favor, no me dejéis sin mi obsesividad y mi masoquismo, que me pierdo.

miércoles, 27 de abril de 2011

Bronca



Mi mujer es la de la derecha (en nuestra imaginación).

El otro día estaba en el parque (ella) con los niños y otros padres. El mayor, jugando al fútbol, empujó a otro más pequeño y le tiró al suelo. La madre del otro fue hacia ellos y Carolina detrás, sin que al parecer ésta se diera cuenta, porque cuando llegó a la escena del crimen apartó a Martín diciendo: "anda niño, vete de aquí que eres un pesado". De todas las posibles respuestas mi mujer optó por la más civilizada, se hizo la sorda, apartó a nuestro hijo que parecía no haberse enterado mucho o no haberle dado importancia al comentario, y le dijo que no se puede empujar y que a seguir jugando. Sin embargo llegó muy triste a casa por lo que había sucedido. Estuvimos hablando y aparecían muchas preguntas.

¿Qué es lo mejor para nuestro hijo? está claro que no es un hecho grave, pero en el fondo un adulto está agrediendo a un niño; le insulta y le trata con desprecio, y nosotros no le defendemos. Qué tipo de modelo es ese para él y dónde ponemos la raya de lo que podemos tolerar a los demás. Había condicionantes contextuales, pero no nos quedamos tranquilos con lo que hicimos, entonces la pregunta es hasta qué punto pesan más nuestra imagen social como adultos o el malestar que podamos ocasionar en otros adultos que la seguridad o la educación de nuestros hijos.

Esto va más allá de esta situación. Nuestro hijo mayor es muy activo, pero creemos que es un niño muy sano: tiene una gran capacidad para disfrutar, se socializa estupendamente bien (en el colegio conoce y le conocen todos los niños de infantil, mayores y pequeños, es dificil salir de allí porque se pone a charlar con ellos), y también respeta las normas, cumple con las tareas, respeta a los demás y en general no les agrede, quiere a toda su familia...en fin, que da mucha guerra y es muy cansado porque siempre está defendiendo hacer lo que quiere y a veces no se puede, pero él se pelea por poder. Sin embargo, tenemos la sensación de que esto no es muy bien visto en los entornos en los que nos movemos. Parece que se aprecian más los niños más contenidos, que hacen menos jaleo y dan menos guerra, que son niños "buenos". Como si él no lo fuera.

Y nosotros nos preguntamos qué es mejor, si pelear por lo que uno quiere o aceptar lo que hay y adaptarse sin más. Mirando a mi vida pienso que muchas veces me gustaría haber sido menos buen chico (que lo he sido...no digáis que no), y estoy seguro que mi mujer contestaría lo mismo. Nosotros tenemos nuestra respuesta, aunque a veces, como cabras, tiremos al monte y respondamos más a nuestras miserias que a las necesidades de nuestros pequeños gormitis.

Y gracias a Panchita por ayudarnos a pensar en esto. Como dicen que una imagen vale más que mil palabras os adjunto la que mejor ilustra la convivencia en la nueva residencia Serván-Montiel:

Supermán con botas de fútbol es Martín en medio de un mortal , y su pequeño imitador Dieguito Pistolas disfrazado de Spiderman.

lunes, 7 de marzo de 2011

Qué hay de lo mío

Mis pequeños gormitis están que se suben por las paredes, aunque no así:


Es otro estilo, ligeramente más molesto. Llevan dos semanas en las que cualquier cosa es motivo suficiente para montar una pataleta, no paran de pedir comida a todas horas, protestan por una cosa y, si les haces caso, por la contraria, e incluso se niegan a hacer las cosas que más les gustan sin razón aparente.

El resultado es que su madre y yo, que últimamente estamos muy ocupaditos, andamos todo el dia detrás de ellos pastoreando como buenamente podemos. Les damos gritos y galletas (de comer) de forma alternativa para que se comporten como es debido (coño, ya). A veces, cuando estamos serenos, apelamos a su madurez, el problema es que es una madurez que no tienen. Un ejemplo ilustrativo: Hace un tiempo íbamos en el coche de camino a Cáceres y Martín estaba muy inquieto, protestando, de modo que el ambiente en el coche era bastante insoportable. Después de las cuatro ediciones de cantajuegos (eutanasia activa para el creador, ya), avisos, y ruegos varios, el muchacho seguía dando guerra, hasta el punto que en una de esas se quitó un zapato y me lo tiró a la cabeza. Carolina, copiloto y madre, ya no se contuvo más y saltó dándole un grito: ¡¡¡¡Joder, Martín, para ya, que pareces un niño de dos años!!!!.

El problema es que cuando sucedió esto era un niño de dos años. Y recién cumpliditos.

A lo que iba. Que se han asalvajado. Todo tiene que ver con que nos acabamos de mudar, por lo que llevamos dos meses en los que nuestras preocupaciones han estado muy centradas en la casa y de algún modo hemos hecho poco caso a estos dos mequetrefes. Vamos, que el plan más divertido del fin de semana era ir a Leroy Merlín, o si había suerte a Ikea. Lo que yo me pregunto es si esta gente no podría pedir lo suyo de forma más civilizada: "Padre, por favor, podríais madre y tu atender nuestras necesidades, que últimamente os veo algo despistados". Más en serio, me gustaría poder detectar esto antes de llegar a una situación de locura total, de caos ingobernable. ¿Cuáles son las  claves?, ¿Ante qué comportamientos deberíamos pararnos a echar el freno?. Un zapatazo en la cabeza es una pista, pero estaría bien que consiguiéramos encontrar un camino que no pase por desorganizarnos y llegar al límite de lo soportable.

En cualquier caso hay una cosa sana en esto, que los chicos pelean por lo suyo. Y eso está bien.