viernes, 11 de febrero de 2011

Libertad para los osos


Sois muy majetes, aunque un poco mala gente: con la buena acogida de esta aventurilla parece que voy a tener que ponerme a pensar, y, oye, eso cuesta esfuerzo. En fin, sobre la relación entre sentirse querido y sentirse obligado hablaremos otro día, cuando tenga que ver con los niños y no conmigo.

Le doy vueltas a una cosa a raíz de un par de vuestros comentarios sobre la tortuga, aunque han sido vía mail, no en este foro (y de paso os incluyo a Tortuga 2.0). Planteáis lo negativo de la excesiva uniformidad y rigidez que se demanda de los niños en algunos colegios,  y frente a eso la posibilidad de considerar cualquier manifestación suya como un  signo de expresión personal, lo que es bueno en sí mismo. Me adelanto diciendo que estoy más de parte de los colegios, pero intentaré aclarar por qué.

Estoy convencido de que es básico que el niño sienta confianza en sí mismo, que se sienta valioso y adecuado, pero lo que se nos olvida a veces es que vivimos en sociedad, y es para esto para lo que debemos educarles. No para la sociedad actual, no para la sociedad que nosotros queremos, pero si para poder vivir con los demás, en relación con otros porque nos necesitamos, y esto lo que implica es una renuncia, una aceptación de unas reglas del juego. Hay una diferencia entre aceptar incondicionalmente a los niños y el "mira qué bien se cae mi niño del columpio". Creo que pienso que el esfuerzo y la renuncia no son valores en sí mismos (no estoy seguro y confundir esto también es fácil), pero son necesarios.

Pero no es tan sencillo, en primer lugar pienso que la edad es crucial en este proceso, sobre todo por el desarrollo cognitivo del niño y lo que es capaz de procesar. Martín tiene cuatro años, y está entrando a formar parte de la sociedad de forma activa, así que en esas estamos, en interiorizar la ley de la convivencia, mientras que Diego, con menos de dos, aun no tiene la capacidad y está en un nivel previo de renuncia, dándose cuenta que no es omnipotente, pero peleando con el mundo físico. Así que, como dice Martín, "Jo, que morro tiene Dieguito", lo que quiere decir que no tiene que esforzarse tanto ni renunciar tanto, y la única respuesta que se nos ocurre es que eso es lo que tiene hacerse mayor, junto a una serie de ventajas que hacen que  merezca la pena y que también tratamos de ayudarle a disfrutar.

La otra cuestión por la que no me encaja del todo ese planteamiento es que una autoestima que no esté ligada a valores, a significados, me parece más peligrosa que un mono con dos pistolas. Vamos, que no se puede llamar autoestima porque acaba conduciendo al desastre, no a la autoconservación. Imaginad una sociedad en la que todos, indignados, exigieran su derecho a todo sin estar dispuestos a renunciar a nada, porque se lo merecen sin más, sin esfuerzo. Ah, que ya estamos en una sociedad así, no hace falta imaginar tanto. Mi idea es que nosotros tenemos que proporcionar un conjunto de valores estables que ayuden a tener una autoestima, un marco de referencia, y que en ese proceso de delimitar: esto sí y esto no, el niño va a tener una mayor seguridad, unas referencias que interiorizar y que le sostengan, con suerte hasta la adolescencia (qué miedo).

Ya no hay más tortugas, así que veremos qué nos trae la próxima entrada.

11 comentarios:

  1. Nos vas a hacer pensar... ánimo!!

    Sí, nacemos como espíritus libres y egoístas y tenemos que aprender a vivir con ciertas reglas; la libertad de cada una suele acabar donde empieza las de los demás o, al menos, sus derechos. Pero hacer fichas de tortugas o gusanos/serpientes con unas reglas fijas para todos (mismo color para la cabeza, sin salirse de los límites... como le dicen a Max) es introducirles ¿en qué reglas?

    En fin, que nos esforzamos mucho y les queremos mucho... pero les acabo de pegar una voz a los míos porque encuentro un momento tranquilo al ordenador y se vienen los dos a jugar/pelearse justo a mi lado en la misma mesa ???!!!!! Esto es de locos. ¿De verdad que no lo hacen aposta?

    Soy el Anonimo Miguel R.

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  2. Nacho, estoy totalmente de acuerdo en que educamos para vivir en sociedad. Formamos parte de ella y nuestros hijos van siendo conscientes de las reglas de nuestro juego a través de los límites que les marcamos. Una tarea ( la de poner límites)delicada, a veces difícil, pero INDISPENSABLE.

    Lo cierto es que nuestra sociedad, nuestro sistema, no es perfecto. Guerras, hambre,violaciones a los derechos humanos, a los humanos, el calentamiento de La Tierra... cada vez surgen nuevos problemas, nuevos retos que platea el " desarrollo" de la humanidad. Cada vez nos tocan más cerca.

    En este sentido, la educación es un instrumento muy poderoso, un medio para fomentar determinados valores, actitudes, cualidades.
    Y creo que necesitamos que se empiecen a considerar como tales la creatividad, el espíritu crítico, el trabajo en equipo,la aceptación de la autoridad por respeto ( no por miedo o imposición ), el RESPETO a los demás y a la expresión de sí mismos.

    Lo necesitamos (entre otras cosas y no porque me parezca el motivo más importante) porque los niños de hoy mañana le harán frente a ni siquiera sabemos qué situaciones. El mundo cambia.

    Y sinceramente pienso que las fichas y todo el trabajo en esa línea (repetitivo,automático, memorístico) son un material pobre y obsoleto, que no les prepara para el futuro.

    Conoceis a Sir Ken Robinson? Hay varios vídeos en YouTube muy interesantes.

    Un abrazo

    Aran
    (Arancha Rosa)

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  3. Aran (¿Pancha?), conozco poco de Sir Ken Robinson, pero vi un vídeo suyo que colgó Gándara hace tiempo en su blog, aquí: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/escorpion/2010/10/14/ken-robinson-en-concierto.html
    Me encantó. Mi impresión, de todas formas, es que no hay una oposición entre memoria, repetición, automatismo por un lado y creatividad, espíritu crítico o respeto por otro. Intuyo (porque saber, no sé nada) que lo primero facilita lo segundo. Colorear tortugas puede ser importante. Lo que ocurre es que no es lo único importante. Y es verdad que la educación tradicional ha consistido en colorear tortugas desde los 4 años hasta los 23.
    Besos,
    Juande

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  4. yo creo que tiene que ser un equilibrio: por un lado enseñarles las reglas del juego, que hay limites, que a veces hay que aguantarse, y eso es lo que hay, pero por otro lado, que aprendan a cuestionar lo que hacen, e incluso a rebelarse. Mi madre, una gran pedagoga, siempre dice que a los niños hay que dejarles salirse con la suya de vez en cuando, para que aprendan que pueden, y creo que es una lección muy válida.

    PD Anónimo Miguel, no te quejes, que los mios se me suben encima para pelearse...

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  5. Hola chicos. Es un debate muy interesante. A mi juicio no es tanto hablar de si fichas sí o fichas no, o si es mejor la tortuga 1.0 o la tortuga 2.0. Ambas están hechas por el mismo niño en momentos diferentes y son igualmente valiosas. Lo que nos pasó a Nacho y a mi al ver la tortuga 1.0 (o al menos a mi) al lado de las de los demás niños, no fue que no fuera igual a las demás, de hecho el resto eran diferentes entre sí, sino lo que mostraba de cómo afrontaba Martín ese tipo de tareas, sin dedicación, de forma rápida, sin cuidado, para poder ir a jugar a la pelota cuanto antes. Con un poco de esfuerzo, de dedicación, y enseñándole que es importante esforzarse para que el resultado sea algo más que la expresión espontánea de un niño (que está bien, pero no es algo bueno en sí mismo si no va acompañado de un aprendizaje). Creo que la segunda tortuga es la respuesta a todo ese proceso, no tanto a que haga un tortuga previamente definida por nosotros (profesores, padres, etc...) sino a que pueda sentarse sin prisas, elegir los colores que más le gustan, esforzarse por no salirse de las líneas, concentrarse, ilusionarse con el resultado, y sobre todo, no tener prisa por acabar para hacer una cosa diferente. Creo que eso es muy importante. Como dice Angélica, el equilibrio entre ambas "doctrinas" es quizá el punto más adecuado para afrontar la educación. No desechar lo tradicional sistemáticamente, creo que todo tiene algo bueno, o casi todo, y es importante encontrar el equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo. Besos para todos.

    Carolina

    13 de febrero de 2011 01:33

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  6. Uaaaau! Y yo que acabo de recibir un mail del cole convocándome (por una pasta) a unos cursos para aprender a educar a mis hijos. Sois mucho mejor vosotros y vuestras reflexiones!!!

    Estoy totalmente de acuerdo con la importancia del esfuerzo y de que para bien o para mal vivimos en sociedad y hay que aprender a adaptarse.

    Era yo la que me quejaba de lo clónico de las fichas del cole de mis hijos, pero es cierto que para poder salirte de la norma tienes que saber cual es y al final una ficha "estricta" no es más que un ejercicio para aprender una técnica. Los niños aprenden a colorear por dentro de un contorno sin salirse y así consiguen entrenar coger bien el lápiz, etc. Lo que sí deberían hacer algunos coles es dar rienda suelta a la creatividad en algún momento una vez aprendida la técnica. Creo que en el equilibrio está la respuesta.

    Ana
    (Pareja del anónimo y madre de los que le invaden la mesa).

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  7. Me encanta el blog,Nachete: el nombre, el contenido, los dibujos, y los comentarios...
    Quizás por asociación de tortuga a tortuga me he acordado del cuento de Momo...Y, un poco "más científico", de Faber y Mazlish (me encantan, porque se les nota mucho que sus hijos también pelean a su lado mientras escriben!), de H. Ginott (Entre padres e hijos) y de esas autoras con apellidos peores que el mío que escribieron Einstein nunca memorizó, aprendió jugando...
    Al final supongo que todos andamos buscando el delicado equilibrio entre la necesidad de límites (de la sociedad, de nuestro niño y NUESTRA -y qué sano es que la percibamos también como nuestra-) y la necesidad de nuestro hijo de "ser él mismo", de dar rienda suelta a la creatividad, las diferencias, la espontaneidad (un creativo por definición se salta las normas!!).
    Anónima Laura, mamá de otro niño que también se sube a la chepa cuando estoy al ordenador...y otra buscadora incansable del lugar donde terminan los derechos de mi hijo y empiezan los de los demás (incluidos su padre y yo...)

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  8. Ahí dejo la reflexión: ¿dónde está el límite de los límites??? ¿eh????
    (Soy otra vez Laura...y me voy ya porque se ha terminado mi tiempo de "derechos" por hoy...)

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  9. ¿Quién es el que esconde el "Manual de Instrucciones" de cada uno de nuestros niños antes de que nos los den??!
    Porque yo lo pruebo TODO! Y le pongo mucha dedicación: Límites, no límites, límites de los límites, ser tradicional pero abierta, estricta con ciertas cosas pero intentando respetar sus emociones e individualidad, etc, etc, etc...
    Y hay días que me estampo con todo!!!
    Ana-nónima

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  10. Hola Nachete,

    estoy muy de acuerdo contigo en que educar es poner límites, pero también que cada niño encuentre su espacio, se exprese con su personalidad, y transmitir valores y enseñarles a diferenciar lo que está bien de lo que está mal.
    ¿Y quién dice lo que es bueno? pues está muy claro: eso lo marca mamá, que para eso ha vivido treinta y tantos años más, y es quien más le quiere en el mundo y siempre va a buscar su bien.
    Mi santo esposo dice que tengo mucho morro cuando digo que Álvaro o Julia son muy buenos cuando no dan mucha guerra, y que eso no está bien. Como diría Martín: "Arantxa tiene mucho morro". Es verdad. A veces tenemos tantas obligaciones, estamos tan cansados, y con tan poco tiempo para nosotros mismos, que queremos unos minutitos de paz, de ser una personita aparte der una mamá, y lo que queremos es que nos dejen un ratito tranquilos. Y claro, se nos suben encima del ordenador (ahora mismo escribo con una mano mientras pongo el chupete con la otra), nos dan guerra, etc., etc... Lo que quieren simplemente es atención. A veces hay que hacer el esfuerzo de ponerse en sus zapatitos (o sus patuquitos)y armarse de paciencia y amor, y en cuanto les prestamos atención, se portan de maravilla (ya tengo a Julia en brazos...)
    Os dejo con un vídeo de un minuto que ha hecho un colega, y que trata precisamente de esto, para ver si os sentís identificados
    http://www.youtube.com/watch?v=ysxbp1MPe8g

    Mis bebés me reclaman... ciao

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  11. Muy buenas, Nacho.

    La verdad es que la tortuga le ha quedado chulísima.

    En mi colegio usabamos un papel que tenía un galgo estampado, apenas perceptible. Sólo cuando mirabas las hojas al trasluz, descubrías su silueta.
    Cuando nos decían que teníamos dibujo libre, la mayor parte de nosotros nos entusiasmábamos calcando el perro; cuanto mayor era la fidelidad, mayor la satisfacción...o así lo quiero recordar.

    Un saludo y felicitaciones por esta bonita idea.

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